miércoles, 19 de agosto de 2015

Sin motivos y sin culpa, me despido

    Ella no era una cara larga ni una mueca de tristeza, si tuviera que describirla de alguna manera me decantaría por dulce y energética, ya sabe, ese tipo de persona a la que es imposible seguir el ritmo: libros, pintura, baile... pero siembre amable, dispuesta a invertir su escaso tiempo en aquellos que necesitaran de su ayuda.
    Me cuesta creer que todo esto haya ocurrido, admito que cuando me enteré pensé que alguien estaba intentando gastarme algún tipo de broma macabra, cuando dijeron que.. bueno, que.. en fin, ya sabe.
    Según los testigos ella fue a darse un baño en una playa poco transitada que acostumbraba a visitar todos los domingos por la mañana a eso de las diez y media. Sus padres -muy católicos- intentaban convencerla de que asistiera a la iglesia y buscara otro momento en el que nadar, pero para ella aquel baño era una actividad mucho mas religiosa que cualquier misa, el único momento que dedicaba únicamente para ella. Perdón, creo que me he desviado del tema. El caso es que, como todos los Domingos asistió a su cita en la playa consigo misma. Los escasos espectadores cuentan que se quitó la ropa y la tiró de forma despreocupada sobre la arena, dedicó una sonrisa a la infinidad oceánica y, pausadamente, disfrutando cada momento, se metió en el agua. Avanzó, no mucho, no poco, solo lo suficiente, cerró los ojos, sonrió de nuevo y sencillamente se dejó morir. No gritó, no pidió ayuda, no intentó nadar hacía la orilla, nada, dejó de respirar "y ya" ¿me entiende?

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