sábado, 26 de octubre de 2013

La chica erizo

       Había una vez ni hace mucho ni hace poco una chica poseedora de una cualidad muy especial, desde pequeña tenía la increíble capacidad de adoptar durante largos periodos de tiempo las características físicas de muy diversos animales. Aquello, que podría ser el sueño de muchos, representaba para ella un gran y único problema, estas transformaciones no eran llevadas a cabo a voluntad. Su cuerpo cambiaba por cuenta propia en función a sus sentimientos más profundos. Raro era el momento en el que no tomaba alguna leve forma animal.
Cuando estaba enfadada sus dientes crecían hasta convertirse en enormes y afilados colmillos. En otras ocasiones, la gente decía verla pasear bajo la luna, mostrando a cada caminante una desafiante mirada felina y su rostro decorado por finos y largos bigotes.
Podría exponer una cantidad incalculable de anécdotas que no obstante conformarían no más que un puñado de casos puntuales, ya que solo encontramos una forma documentada en la que haya sido vista con habitualidad: portando a lo largo de todo su cuerpo afiladas púas de diferentes tamaños por lo que todos la llamaban -Y así la conocí yo- "La chica erizo".

1 comentario: